Entre un muro de tambores
solía encontrarte,
alrededor de envases vacíos
que solías llenar de dulces.
mientras calentabas a fuego lento
no distinguí que la dureza del azúcar
se convertía en un caparazón
uno que decidirías abrazar.
dejando todo pegajoso a mi alrededor,
las abejas ya no vienen de visita
ni siquiera ahora,
cuando todo parece estar caramelizado.