Es inevitable no asustarse de uno mismo,
la capacidad destructiva si de un enemigo se tratase,
mi mente tiene la necesidad
casi demoníaca de abrumarme,
no pasa minuto que uno toma
la felicidad con una desesperación
como si se fuese alejando,
el atraparla en el sótano para que nadie se entere
y te la quite se convierte en rutina.
Mente que nada te debo por qué no me dejas en paz,
disipa la blanca niebla que me entorpece,
hazle paso a la claridad de una mañana,
no te hundas en noches y noches
porque para noches malas las de abril que llueve,
no te hundas en días y días
para días malos los que me recuerdan a su ausencia,
no te hundas en tardes y tardes
que para tristeza la que me causa un no verla,
mejor húndete en mis noches que con ella eran de estrellas
y húndete en mis días que junto a ellas eran días.