Me siento abrumada,
desbordada en más de un aspecto.
He llenado de anhelos
mis más profundos sueños.
Que me especialice para poder ganar,
pero el estrés devora mi dinero,
y desfallezco en la desesperación,
preguntándome si vale la pena el esfuerzo de hoy.
Tomo un respiro,
vislumbro el horizonte y vuelvo a pensar:
¿acaso cinco años de estudio
me trajeron sólo hasta acá?
Me miro al espejo
y le hablo a mi corazón:
no importa dónde nos lleve el destino,
tengo buenas armas para luchar,
tripulantes que me alientan
y sostienen mi alma sin dudar.
Da lo mejor, como siempre lo has hecho,
y no sucumbas ante tus malditos miedos.