El Hombre de la Viola Tronchada

Lágrimas de agosto

Agosto que fue penígera un día,

surtió suave oro, beldad y alegría,

excelso tesoro;

calor, sinfonía,

 

ardor, calidez de buena ventura,

de infancia bien grata, ¡Dios, cuánta ternura

traída barata,

tan bella y tan pura!

 

Mas veo hoy su forma abrupta y estuosa,

y el lúcido nombre de su época hermosa

matolo el vil hombre

que tanto odia y osa.

 

Ahora de averno su mustia elegancia,

de éneo pinta su flámea estancia

la flora ya extinta,

fatal por fragancia.

 

La pluvia de agosto sin duda es más bella

que perlas de mar o migas de estrella,

y debo de hablar

de cómo descuella;

 

que agosto señor asaz es impío,

no se halla jamás estar o ir sombrío,

por rudo quizás 

así es que obra frío.

 

Mas tanta crudeza su cáliz no aguanta,

¡y a veces si llora es agua tan santa

que perla e implora

con pecho y garganta!

 

Las aguas pacíficas, los charcos serenos,

llovizna agosteña no porta ni truenos,

solo agua risueña,

rocíos amenos.

 

Agosto perdido, sois dócil de estado,

y vese en tu llanto tan suave y templado.

Formal camposanto,

igual de llorado.