El aparente canto,
es su eco,
el árbol silente,
duerme;
su eco es la noche…
La luz diáfana,
no es la luna,
es su sombra;
sin nombre para siempre.
Parecía la mañana,
en su ceguera,
siempre clara,
difusa;
parecía un canto, era una ilusión.