No te corresponde el Sena,
la Torre Eiffel te observa con pena,
mientras mi corazón, en una rue lejana,
te escribe un verso que el viento se lleva.
Tu risa se mezcla con el murmullo de la gente,
y en cada café, te busco inútilmente.
París es testigo de mi amor latente,
una historia de versos, jamás correspondientes.
Los puentes, los adoquines, los faroles,
conocen mis pasos y mis dolores.
En cada rincón, mi alma te invoca,
y en el aire, tu nombre mi boca evoca.
Pero tú, musa de mis noches sin sueño,
camina en la luz de otro dueño.
Y mi amor, un eco que se pierde en la bruma,
es la canción triste, esta ciudad de luz, ensueño.
¡Y en la ciudad del amor, conocí la melancolía del desamor!