No se porque te quiero
como jamás yo quise;
si ingrata indiferencia tu le ofreces
al tierno y gran amor, que en mi alma vive.
Que puedo ser tu amigo,
sonriendo tu me dices;
que amarme es imposible, porque adoras
al hombre que en tu lecho tu recibes.
Con ojos generosos,
quisiera que tu mires
suspiros que del pecho se me escapan,
llevando de ilusión mi verso triste.
Perdona que yo insista,
y vuelva a repetirte:
¡Que soy el trovador que te idolatra
y anhela que su pena la mitigues!
Autor: Aníbal Rodríguez.