David Vidal

Aún te amo donde no hay regreso

Se apagó tu voz, pero aún me llama,

como un susurro que no quiere morir.

Tu ausencia arde, pero no quema,

es solo un frío que no deja vivir.

 

Camino los días con pasos ajenos,

porque los míos se quedaron allá,

donde reías, donde éramos buenos,

donde la muerte no te pudo tocar.

 

Te busco en los sueños, como un niño perdido,

y a veces vienes… tan suave, tan real.

Me abrazas despacio, en un gesto dormido,

y despierto llorando por todo el final.

 

Nadie entiende este amor sin cuerpo,

sin voz, sin mirada, sin piel que rozar.

Pero tú sigues aquí, tan cierto,

como el aire que me cuesta respirar.

 

A veces hablo contigo en la cocina,

o dejo tu silla en su lugar.

Sé que no vuelves, lo sé con la ruina

que deja el amor cuando deja de estar.

 

Me enseñaste a amar sin medida,

y ahora aprendo a amar sin tener.

Te fuiste, mi amor, te fuiste sin vida,

pero te quedas donde no sé perder.

 

Y aunque el mundo diga que ya pasó,

que debo seguir, que debo olvidar…

yo sigo escribiendo lo que el alma lloró,

porque amarte aún… me sigue quemar.