La memoria es un poder
aún no histórico;
un poder al que hemos
renunciado por
miedos históricos.
Nuestro mayor legado pudo ser el optimismo, pero éste nos lo nacionalizaron para después socializarlo ya muerto.
En una charla del escritor y novelista José Saramago a la que acudí en Madrid el autor hablaba de su novela Ensayo sobre la lucidez, fue entonces, en el turno de preguntas, cuando un periodista le preguntó qué era un optimista, respuesta: Un optimista es un pesimista bien informado. Desde entonces cuando veo y escucho ciertas cosas acerca de lo que ocurre hoy siento miedo.