Entre sorbos y silencios
Tus manos, sin querer, rozan mi piel,
y en ese instante me atrevo a creer
que este calor no viene de la bebida,
sino del fuego que tu mirada enciende en la mía.
La taza humeante apenas es un pretexto,
un refugio tibio para ocultar lo que siento.
Cada sorbo de café disfraza un latido,
cada silencio tuyo me susurra al oído.
No somos solo dos personas frente a una mesa,
somos un suspiro que al destino se entrega.
Una promesa secreta que el alma ha sellado,
un encuentro mágico, que el azar ha pactado.
Nos une un deseo que no sé disimular,
una fuerza oculta que me invita a soñar,
y en la complicidad de esta conversación,
dos corazones se rinden a una misma razón.
Laura Meyer