En medio de la noche escucho el golpe en mi ventana y el sonido de la sombra, como un impetuoso viento, desplazándose hacia mí.
Me encuentro reclinada sobre el flanco derecho y me invade en un abrazo pesado e inmovilizante.
No sé si estoy despierta o soñando profundamente.
Sé que me sorprende, no llega a asustarme.
La siento, espero, surge la calma, con la convicción de que no puede dañarme.
Me entrego y en un instante vuelvo a descansar en una experiencia de fortaleza y paz.
Miriam Venezia
17/08/2025