En el vientre de la altura se incuban presagios.
Las nubes son mi confesionario,
y sus formas: un lenguaje
para conversar con el universo.
Soy un pájaro,
y estas constelaciones
no son más que relojes líquidos.
El viento arrastra
las plegarias sin destino.
Soy el que bebe del silencio,
y en cada nube descubro
una palabra que aún no ha sido pronunciada.
Todos somos astronautas cuando verdaderamente miramos el cielo.