Pera Conde

A GRANADA

En los aires malaheños

resuena aun el suspiro.

Que de su pecho salía

cuando se volvió a mirarla.

En lo alto del montículo

el rey moro suspiraba,

y con lágrimas en los ojos…

se despidió de Granada.

Cuando en su lejano exilio

a Él la muerte le alcanza,

¡Raudo…!

¡Raudo su espíritu vuela

Al encuentro de la Alhambra!

Y desde entonces…

 El hechizo moro ilumina

los misteriosos ojos

de las mujeres de Granada.

 

Autor: P.H.