El tallo besó su rostro tan cálido,
curiosamente, volteó sin ver.
Desatinada, tocó al burdo inválido
tallo, que se marchita por querer...
La dama se sonroja, y compadece
su fría coraza, mientras lo mira;
Saturando sus hojas, lo enfurece,
torpe lo calma, tocando su lira...
Tonta pequeña, curarlo no puedes.
Menos en invierno, le duele más...
Cuidado, que sin fino esmalte quedes
y arrojes el bien, que no olvidarás.