Mucho tiempo después,
alguien encontró un cuaderno enterrado bajo las raíces de un árbol viejo.
Sus páginas estaban casi en blanco, salvo por una frase escrita con una caligrafía temblorosa:
“Si vuelves a perderte, recuerda mirar dentro.Y junto al cuaderno, envuelta en una hoja seca,
una pieza solitaria:
un rey blanco.
Su corona desgastada.
Su forma intacta.
Nadie supo quién lo dejó allí.
Pero algunos juran que, cuando cae la niebla,
puede verse una sombra sentada bajo el árbol,
jugando una partida silenciosa contra nadie.
O quizás contra sí mismo.
Y cada tanto, deja caer una pieza.
Y sonríe.
Como quien ya no necesita ganar.