Leo de nuevo nuestra historia,
en conversaciones rotas,
en fotos que ya no me miran,
en videos que parecen fantasmas.
Escucho tu voz en los audios,
veo tu cara,
y no sé por qué,
como si revivir lo perdido
pudiera cambiar el final.
No sé en qué día murió el amor,
ni cuándo despertaste
decidiendo que yo ya no valía la pena.
¿Fue después de conseguir lo que querías?
¿O simplemente lo mataste
con la frialdad de una decisión consciente?
Dicen que mente ocupada
no extraña a nadie.
Y sí, cuando tengo mucho que hacer
logro no pensarte,
pero tu sombra no se va,
sigue ahí,
día tras día,
recordándome todo lo que permití.
Yo quise salvarte
cuando tú nunca lo pediste,
quise ser para ti
lo que nadie nunca fue.
Y hoy ya no sé si culparte
o culparme por creer
que mi amor podía curar
las heridas que ni yo entendía.
A esa niña dentro de mí,
la que nadie escogió,
la que pensó que esta vez
sería para siempre,
le fallé.
Qué error tan cruel.
Ahora te veo y me asqueo
una nueva cada semana,
una cara distinta cada mes.
Tu falta de amor propio
te devora,
te obliga a disfrazar el vacío
con cuerpos prestados.
Eres un chiste,
uno malo,
un eco vacío de ti mismo.
A ella la posteaste,
dejaste ver su rostro al mundo.
A mí, que decías querer presumir,
me escondiste entre tus excusas.
Yo sí te mostré,
sí te llamé mío,
sí me sentí orgullosa
de tenerte.
Qué tontería…
Hoy sé que prefiero
no tener a nadie
antes que volver a caer
en alguien como tú.
Nunca más.
Avi-