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TOROS DE GUISANDO

TOROS DE GUISANDO

 

Jura y perjura ante estos toros sagrados,

soberbios e Inmortales, que el tiempo ha dado;

Jura, noble rey, jura, y te verás imperdonable,

Y tu paz interior se mantendrá inalterable.

 

Jura ante tu hermana y nobles caballeros

que tu reino tendrá por fin un heredero.

Y el rey jura y perjura ante los toros de piedra.

 

Toros y verracos marcan la tierra noble y leal castellana.

Toros fuertes, sombríos y plomizos, protectores de almas

que revolotean por el cerro como sombras malditas.

Toros que irradian energía de espiritualidad mística

¡Jura! ¡Jura ante los toros sagrados!

Soberbios, inmortales, guardianes del tiempo.

Jura, noble rey, y tu palabra quedará

grabada en la piedra, en la memoria, en el aire.

 

Perjura si quieres, y tu alma sentirá

la fuerza que estos gigantes de piedra derraman.

Jura ante tu hermana, ante los nobles caballeros,

ante los cielos abiertos, ante los vientos antiguos.

 

Toros de Guisando, centinelas del reino,

verracos de la tierra castellana,

sombríos, plomizos, eternos.

Ellos ven el juramento, ellos sienten la traición,

ellos guardan la promesa del heredero.

 

Sombras de almas revolotean en su cerro,

como espíritus antiguos que vigilan el pacto.

Toros que irradian energía mística,

toros que crean un halo de protección

sobre la bóveda celestial, sobre los hombres,

sobre la historia misma de Castilla.

 

Jura, rey, y que tu juramento resuene

en el eco de los siglos,

en el silbido del viento,

en la mirada de los toros de piedra,

inmutables, eternos, inmortales.