Metateatro poético
La tarde estaba en frente a las cortinas,
un rayo, penetraba con su luz;
y dentro, solo habían concubinas,
atadas con pañuelos de orozuz.
Entre ellas un eunuco las vigila,
colgando está en el cuello su carcaj,
sus dedos ejecutan y desfila
el arco entre las cuerdas del esraj.
Comienza en ese instante el movimiento
en círculos completos cual reloj
de damas sin atuendos contra el viento,
así como un boscaje donde hay boj.
Un monje que medita de la pena,
se encuentra solo, solo en el telón.
Las damas que no salen de la escena
se tocan una a una el corazón.
Ahí un poeta escribe lo que observa
y pone en cinco estrofas la función:
y aquellas señoritas de reserva
se marchan poco a poco del balcón.
Samuel Dixon