Yoleisy Saldana

El Día Que El Pasado Volvió.

El pasado no siempre vuelve para hacer preguntas,
a veces regresa para darte respuestas…
para sacudirte el alma
como un viento que levanta el polvo
de lo que creías haber enterrado.

Llegaste otra vez,
sin pronunciar palabra,
y fue tu mirada la que habló primero.
Vi en tus ojos la luz temblorosa
de alguien que ahora sí comprende
el valor de lo que perdió.

El tiempo te enseñó,
lo que yo ya sabía:
no me valoraste.
Y sin embargo,
fui yo lo más cierto que tuviste.

Me dejaste ir creyendo que la libertad
era no tenerme.
Y descubriste tarde
que nunca fuiste más libre
que cuando estabas a mi lado.

Yo fui la mujer que no te exigió nada
y aun así puso el mundo a tus pies.
Fui entrega, calma, refugio,
pero mi amor no te llenó el alma
porque tu vacío no tenía fondo
y tu carencia emocional no te dejó ver mi grandeza.

Te amé,
pero no desde cualquier parte.
Te amé desde un lugar sin fondo,
desde una pureza que no se mendiga.
Te di a manos llenas…
y tú no supiste abrazar.

Pero la vida, amor,
la vida es justa.
Y el karma,
ese amigo silencioso,
no olvida ninguna dirección.

Sabía que llegaría el día.
El día en que otra llegara
y tú buscaras en ella lo que no supiste cuidar en mí.

Y ahí estaba la comparación…
como una hoja afilada en tu pecho.

Porque no todas
están dispuestas a sentarse en el alma rota de un hombre
y construir un jardín entre sus grietas.
No todas
se quedan a sembrar
donde solo hubo piedra, ego y vacío.

Con el paso del tiempo,
llegaron muchos rostros,
pero fueron aves de paso.
Nadie se quiso quedar.

Y tú,
te diste cuenta
que entre tanto ir y venir,
nadie fue hogar.
Porque el único hogar
fui yo…
y tú lo dejaste ir.