Es verano,
Y en la radio suena \"August\",
Y un dolor interno penetra mi corazón.
¿Por cuánto tiempo tendré que aguantar
Que mi pensamiento me recuerde que una vez
Compartimos todo y ahora no compartimos nada?
Soy una canción que parece escrita bajo el abrazador
Dolor de una despedida.
Fuimos dos chicos que no sabían de promesas
Pero sí de pieles ardiendo bajo el mismo sol.
Corríamos por Betania como fugitivos,
Entre las calles como si fueran pasadizos secretos,
Donde nadie podría juzgarnos,
¿Acaso soy el único que extraña esa sensación
De perdido a la vez de felicidad?
Nos moviamos con pasos torpes pero sonriendo,
Saltando de lugar en lugar, en busca de algo más,
Éramos personas en un mundo sin escenario,
Y tú respondías que lo único real que sentía era yo.
El olor de tus manos pasando por mi cuello,
Como deseaba que hubiese sido solo mío,
Porque las mías entrelazadas con las tuyas
No existía una razon para no arriesgarlo todo.
Y fuimos eternos sobre las sábanas hasta mayo,
En la radio sonaba \"Your Song\" de Elton John,
Y me decías que no sabías cómo ibas a amar
Ahora que regresarías de nuevo a tu ciudad.
Entonces, la acuarela se regó sobre mi lienzo,
Mi vida se convirtió en un regalo mal envuelto.
Y entendí que está aventura iba a durar poco
Cuando me dijiste \"es tiempo de irme.\",
Y fue precioso porque era nuestro pero corto.
Condeno el tiempo porque sabía el camino
Que estaba recorriendo y no dió señales
Ni tampoco acertijos que me advirtiera que la luz
Solo permanecía de noche y no era constante,
Y en un cerrar de ojos, me lanzó a lo desconocido.
Porque recitamos versos de Ricardo Miró,
Porque juraste que la Ciudad de Panamá
Se convirtió en un Paraíso Celestial al conocer
La voz que inundo tus oídos de poemas y coplas.
Pero al final, todo pasará como un relato,
Nuestras sombras quedarán grabadas en los árboles,
Y los sentimientos se quedarán como un \"fue\".
Yo no te entendía del todo lo último que dijiste,
pero me gustaba escucharte,
Como quien escucha la fe aunque no crea.
Pero al final, las decisiones o el destino de la vida
No nos compete a nosotros, ni a ti ni a mí.
Recuerdo cuando hablábamos de filosofía
Tú siempre fuiste más de Platón,
Yo defendí hasta al final la mayeutica de Socrates.
Tú decías que yo era el amor que habías perdido
Y que la primavera era la prueba viva de mi existencia.
Yo sentía que cuando estabas a mi lado todo parecía eterno,
Lo que no sabíamos era que esta fuerza
Estaba destinado a romperse.
Y cuando el silencio caía entre nuestros cuerpos,
Citabas a Santo Tomás de Aquino,
Hablabas de la Causa Primera, y yo te miraba,
Y entendía que, si Dios había creado el amor,
Seguro había pensado en dos chicos como nosotros,
Con el propósito de hacer lo imposible,
De vencer la lengua de los conservadores,
Abrazados a escondidas en un mes de abril
Que no volvería jamás.
El final llegó al aeropuerto, con lágrimas azules,
Como llega siempre el final de un verano:
Con un viento que arranca lo que parecía firme,
Con un abrazo que podría durar la eternidad
Y con un reloj que no se detiene, un beso lento.
Ahora, cuando paso por Betania,
El recuerdo de tu risa aún me persigue,
Como si todavía existiera alguna esperanza,
Como si el tiempo se hubiera equivocado.
Porque fuimos eternos en abril y eso basta para mí.