Luz de atardecida,
la página en blanco y mi pluma,
con alas de fantasía,
en mi papel se queda una mariposa...
Quizás sea por mi poesía,
al desear componer en mi compañía,
la oración precisa,
cuando se disipe cualquier duda...
¡Ay, mariposa rubia!
que te prodigas al amor de la luna,
en naciente primicia,
tu metamorfosis me resulta hechicera...
De belleza efímera,
tu intimidad será de mi poema ahora,
de todo lo que me rodea,
que incluso Dios, te retiene en su mirada...