No lo beses, que su boca es puñal,
promete auroras y trae la herida,
lleva en sus labios un canto letal,
un fuego que te arde y roba la vida.
No lo beses, que su sombra es prisión,
te ata con hilos de seda y cadenas,
sus ojos brillan como maldición
y en sus pestañas habitan las penas.
No lo beses, que su voz es veneno,
palabra dulce que encubre el abismo,
su abrazo tibio parece terreno
y es un laberinto que arde en sí mismo.
No lo beses, guarda el pulso en tu piel,
huye del eco que arrastra su nombre;
no te condenes al frío de aquel
que nunca fue río y fingió ser hombre.
¡Y bésame a mí, no lo beses a él!
JUSTO ALDÚ (Como el egoísta) @ Derechos reservados 2025