Hijo, tú me sonríes, con tú sonrisa endógena,
pero yo te sonrió más,
y lo excesivo de mis besos,
no te deja ni mirar.
Las manitos que me diste para observar,
Te las tengo que cuidar,
Manitos delicadas, rosaditas, pequeñitas de mamá.
Y te observo descansar,
Sin cansarme de observar.
Qué lindo retoño veo,
Que a mis ojos no deja de deslumbrar.
Y si el pequeño retoño se empieza a alterar,
Lo desplazo entre mis brazos,
Y ni se le oye respirar...