Sabra lloraba en sus calles
Chatila ardía en su pena
y entre los muros caídos
retumbaba la tragedia.
Niños buscaban refugio
madres clamaban clemencia
pero la noche sin luna
se vistió toda de guerra.
Gritos que nadie escuchaba
voces que el mundo no oía
eran los cantos truncados
en medio de la agonía.
Sabra y Chatila recuerdan
lo que la pólvora olvida:
que justicias no concuerdan
cuando el odio cobra en vida.
Los patios fueron cenizas
las casas, ruina vacías,
y el aire se hizo cornisa
de llanto y la rebeldía.
Mas la memoria no muere
resiste en cada semilla:
sabrá el futuro que un día
la vida exigió justicia.
Los muros quedaron mudos
rajados por la metralla
pero guardaron los escudos
de quienes no regresaban.
Allí quedaron sus nombres
tallados en la pared blanca
y aunque el viento no nombre
la sangre aún los reclama.
Una muñeca en el suelo
unos zapatos sin dueño
un cuaderno, un anhelo
y un balón visto en el sueño.
¿Quién devuelve la niñez
cuando se quiebra en silencio?
Ni Sabra ni los que fueron
volverán a ver el juego.
Sabra y Chatila son faros
aunque la sombra los hiera
sus nombres siguen cantando
por la verdad que nos queda!
Yo vi correr a los niños, yo vi llorar a las madres,
vi cómo caía la luna, sobre un campo de cadáveres.
Vi los hombres sin palabra, vi las mujeres descalzas,
y escuché que entre los muros retumbaban las balas.
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