Carta abierta
La vida y sus indulgencias
con rostro de redención,
absuelven sin consecuencias
al que firma la traición.
Y el que abraza con decreto
y acaricia con prisión,
confunde amor con respeto
y el perdón con sumisión.
¿Quién esquiva consecuencias?
¿El que ama o el que domina?
¿El que calla o el que firma
leyes sin advertencias.
Así heredan los impunes
la corona del error,
y enseñan a los comunes
que el castigo es inferior.
Los jóvenes, sin abrigo,
recitan lo que no fue;
y el futuro, como testigo,
llora lo que no se ve.
¿Por qué callar la verdad
y ocultarla entre mentiras?
Dime, ¿por qué sociedad?
Si en la historia son las liras.
Renunciar no es la derrota,
es saber decir que no.
Es sembrar pues otra nota
donde el canto se quebró.
¿Matar al mundo acabado
es razón del más arriba?
Y luego Paz, ¡qué ha pasado!
¿Dónde queda esa diatriba?
Samuel Dixon