Adoradom

El cobrador pagado con su misma moneda

En un mundo bello,

Hay un país,

Desconocido por algunos,

Y conocido por otros.

Esos individuos,

Tan solo lo dañan,

No favorece nada.

Son unos ogros,

Usureros y pordioseros,

Los pobres vecinos,

Muertos quieren verlos,

Les roban productos agrícolas,

Con impuestos exagerados,

Y frente, nadie les hace,

Asustados los tienen,

Si productos no tienen,

Su casa, se la quedan,

Y renta le ponen.

Uno de esos días,

De entre la población,

Por fin alguien,

Les planto cara,

Y burlándose de él,

El ogro,

Al suelo lo tiro,

Lo pateo,

Y le pego,

Tremenda paliza,

Malherido dejándolo,

Quedándose a casa,

Pero se levantó,

Y continúo plantando cara,

Cansados de agredirle,

Pasaron de él,

Y continuaron viaje.

Una vez recuperado,

En el ayuntamiento,

Se reunieron,

Y la persona,

Que cara les planto,

Héroe, le nombrado,

Pidiendo, aun así,

Que los entrene,

Que les enseñe,

A defenderse,

Aceptando.

Al día siguiente,

En el campo de deportes,

Comenzaron,

Previamente antes,

Cortaron ramas,

Creando lanzas,

En la forja,

Espadas.

Tras esto,

Comenzaron a entrenarse,

Con artes marciales.

Día a día,

Los habitantes,

Se fortalecieron,

Y aprendieron,

Y otra mentalidad,

Los cambios,

Muy bien aprovechados,

Hicieron a los habitantes,

Guerreros,

Defensores de la ley.

Llego el día,

Cuatro asquerosos ogros,

Con los cofres,

En su carro venían,

Algo extraño,

Notaron,

Las habitantes,

Armados con lanzas,

Y espadas,

Estaban esperando,

Gracia les hizo, a los ogros,

Que a cobrar venían,

Y que, supuestamente se irían cargados,

De tanta risa que le entro,

Cuando se dieron cuenta,

Rodeados por los soldados, estaban,

Con sus puntas de lanza,

Y las espadas,

En sus cuellos,

Les amenazaban,

Y en frente de todos,

El jefe de todos,

Y al que,

La paliza le dieron,

Esté, un ultimátum,

Les dio,

Esta vez vivos, os vais,

Para la próxima,

Enterrados,

O quemados,

Elegid,

Por cierto,

Mi casa es mía,

Y vuestra nunca,

No aparezcáis,

Aceptando los ogros,

Por patas salieron,

Dejando el carro,

Con los cofres,

Volviendo la cabeza,

Diciendo “volveremos”,

Continuando la huida,

Primera batalla ganada.

Al ir a los carros,

Y los cofres abrir,

Sorpresa,

Llenos de monedas de oro,

Plata y joyas,

Y productos agrícolas,

Fruto de los impuestos,

Todo se repartieron,

Y sus fortunas recuperaron,

Pero no quedaría así.

El héroe,

Nombrado alcalde fue,

Un ejército creo,

Todo preparado,

Les estaban esperando.

Apareciendo,

Pasados una semana,

Armados y con celdas de hierro,

Para detenciones realizar.

Esta vez escondidos estaban,

Menos el alcalde,

En medio de la calle,

Armado de valor,

A por el fueron,

Cuando cuenta se dieron,

Rodeados se quedaron,

Armas de fuego,

Les apuntaban,

El alcalde,

Les dijo,

Avisados estabais,

Los ogros,

Se envalentonaron,

Y a por ellos fueron,

El alcalde,

Ordeno abrir fuego,

Pero a la cabeza,

No fueron,

Heridos en las piernas,

Al suelo cayeron,

Acercándose el alcalde,

Nuevamente,

Al cabecilla,

Tranquilamente,

Les dijo,

Queréis vivir,

O morir,

Eligieron vivir,

Otro ultimátum les dio,

La próxima no lo contáis,

Hoy heridos os vais,

Estamos preparados,

Y ya no os perdonamos,

Vosotros veréis,

Que hacéis,

 Y malheridos se marcharon.

Tras el suceso pasado,

El ejercito aumento,

Y creció el triple,

Murallas reforzaron,

Y las elevaron.

Nadie pudo con ese país,

Jamás pudieron acceder.

El pueblo creció,

Y por fin, felices vivieron,

Y el orden se restableció.