Los bosques chillan por dentro
y aprietan los dientes,
nunca fueron cobardes.
Se quiebran tus manos
si queman los bosques,
cenizas sin ataud, en vuelo.
Rojo es el humo
cuando pierde su guía,
si ruge, evacúa la ignorancia.
Nunca son en vano las cruzadas
si ganamos a la muerte,
y si hace falta
acunaremos a los árboles
con nuestros brazos,
seremos cortafuegos,
barreras contra la inconsciencia,
en la lucha crecimos
y en la lucha vivimos
cuando los pueblos
son trincheras.