Luciana Trejo

Las cenizas de mis palabras

Amado universo:

He perdido la cuenta de los días; tus noches y tus amaneceres se me clavan como agujas invisibles, volviendo cada instante un ritual de resistencia. Comprendo tu silencio, tu negativa a responder, como si mis cartas se disolvieran en tu vastedad sin dejar rastro alguno.

Aún guardo la memoria de aquella noche en que nos hablamos. Mis palabras fueron un torrente desbordado, un río de miedos que no supe contener. Quiero creer que tu mutismo no fue rechazo, sino la conmoción de escucharme desnudar mi alma con tanta prisa. Desde entonces me busco, y no me hallo; en mi pecho anida un vacío sin nombre, un eco de lo desconocido que ningún remedio alcanza.

Siento que desaprendo el arte de vivir. Me aterra convertirme en nada, en ese polvo olvidado que se acumula en la esquina más alta de una repisa. Algo dentro de mí está quebrado, aunque aún ignoro la forma exacta de la fractura.

Esta será mi última carta, universo. No la pierdas entre tus constelaciones. Guárdala como se guarda una ceniza, como se guarda un adiós.

Mussa