Yo, este hombre de hueso y de hielo,
yerto en el tuétano, aterido,
un eslabón roído de cadena antigua
en un mundo ajeno, un mundo impuesto.
Viajo las lides del poema humano,
donde el ojo arcano busca su verbo,
su voz, su eco:
la herida de cada paso,
el paso de cada herida.
Forjar un verso:
verso noble y alto,
nacido de lo mundano.
Yo, este hombre, te reclamo:
“Regálame tu lápiz de Quijote,
oh noble Cervantino,
para escribir más noble, sin denuedo,
y poner mi corazón, firme, en el cielo.”
Préstame tú la pluma de Homero,
canto épico que inunda la memoria,
para que mi cerebro no sea encierro,
sino viaje en mares de mi historia.
Envuélveme en el lienzo del supremo Dante,
lleva mi alma de tránsito en tránsito,
que conozca infinitos cielos e infiernos,
y proclame en mis versos que prefiero:
¡Reclamar en vida su paraíso
y su caldero!
Palpa con tu mano, toma la mía,
y enséñame en la máquina de Kafka
que la angustia humana es carne,
presa en su jaula.
Y que mi poema, aún humilde,
aún temblando en su simpleza,
sea, sin embargo, una llama:
un reclamo, un latido,
una pieza viva y libre de sus miedos.
Levanta tu voz filosofal.
Que mi garganta grite sin remedos:
quiero de Nietzsche su martillo fiero,
para quebrar los ídolos de barro y comprender
de mi gesto lo infrahumano.
¡Alzar mi cabeza, lo refiero!
“Dame tu pregunta, Sócrates,
la chispa que enciende el diálogo eterno,
pleno y sincero.”
¡Dejar de ser sonámbulo, eso prefiero!
Yo, este hombre, te reclamo…
Mi rostro dibujado en acuarelas,
quiero el pincel de genio de Leonardo:
que ciencia y arte, en un solo trazo,
vivan impolutas de mi brazo.
¡Y ser mástil de mi barca en el ocaso!
De Newton las Principia,
la manzana de su esmero,
caída que despierta a mis desvelos.
¡El alma se haga justa alquimia, estrella y cielo!
Yo, este hombre…
no mendiga al cielo,
y ataviado con cables y pantallas
navega un valladar de distopías,
navega esclavo en lo virtual y se extravía,
reclama un faro, capitán, y es vigía
del gen que ha transmutado por sus vidas.
Yo, este hombre,
no me rindo al algoritmo,
ni al dios de la eficiencia ultraterrena.
Mi poema es trinchera,
y mi alma, resistencia:
estratagema.
Racsonando Ando (Oscar Arley Noreña Ríos)