Él, ella o eso,
en la voluntad pura y suprema;
Somos y fuimos su chispa,
como un arte oculto, bien pensado,
ejecutado a su placer.
No le vimos su alta estampa,
pero asumimos que somos su reflejo.
¿Habrá muerto luego de darnos a luz?
¿O luego de crucificar a su hijo
por una mala impresión?
Somos su principio y su final,
y luego del final, lo oculto:
lo que no puede ni leerse
ni escucharse,
ya que su forma de comunicarse
es distinta,
y es perfecta,
porque su sola presencia
es poema no escrito,
es poema no hablado.
Cuando nos creó,
el tiempo ni se enteró;
su poder no dudó:
La expresión de luz
que llegó a todo
sin fracciones de tiempo,
eco universo
y bio diverso
con la geografía planetaria
a su aceptación,
fuimos tal vez
su final evocación.
Entonces,
el Universo se expandió
como una mano inocente extendida
y el mundo,
muy dentro,
como un clavo,
perforó esa mano extendida.
Como su última voluntad,
tal como un padre perdona
y hereda a su hijo su riqueza,
heredamos este mundo, sin tocar
el desheredo de su destrucción,
una fuente de vida inagotable,
que los hijos de nuestros hijos
por siempre vivirán.
Perfecto fue,
es
y será
la presencia
de magnificencia pura.