Rafael Parra Barrios

Aquella mañana

 

 

Aún siento el fuego

de tus labios,

que aquella mañana,

como novio,

pude saborear

y a tu cuerpo abrazar.

Fueron suaves y tiernos,

trémulos e ingrávidos.

​De repente te fuiste

con tu faz sonrojada,

de aquel hito huiste,

quedando mi alma

inhiesta y desolada,

porque volaste, 

mi bella amada.

​En mi desazón

tu aliento ardiente

quemó mi corazón,

mujer inclemente.

​Hoy te recuerdo 

y te añoro,

besarte de nuevo 

es mi sueño,

mi divino tesoro.