Anhelo
Quisiera ser amada por un marinero fenicio,
de aquellos que bordaban rutas en la espuma,
que dejaban su rastro en caracolas dormidas
y escribían su deseo en papiros de fuego,
rojo como la llama que arde en mi corazón.
Anhelo un hombre del océano,
domador de vientos y mareas,
cuyo navío danza sobre las olas…
Que su barco me busque como los astros buscan su órbita:
con urgencia, destino y certeza.
Que cada remo golpee el agua con mi nombre,
que la brisa le susurre que soy su refugio
y, a la vez, su tormenta.
Que me ame sin licencia, sin miedo,
como el mar ama a la luna:
siguiéndola en cada marea,
perdiéndose en su luz.
Un navegante de antiguas aguas
es quien quiero que me reclame.
Me volveré su faro y su sombra,
su estrella y su abismo,
la marea que lo devora.
y el horizonte que jamás tocará.
Quien conoce mi oleaje
ya no puede amar en tierra firme.
—L.T.