El miedo acecha como sombra fría, un velo que nubla el sol de la mañana.
El miedo, ese lobo gris en la vereda, que susurra dudas en el viento seco, hay que vencerlo con paso firme y sereno, como el Río que rompe la piedra terca que con el tiempo se ablanda y se vuelve polvo.
No es el abismo lo que aterra al hombre, sino el Eco de sus propios temores, fantasmas que inventa en la noche oscura, cadenas que forja en su propio fuego.
Levántate, alma mía, y mira al horizonte, donde el miedo se disuelve en la luz del día, pues solo en la lucha hallamos la paz verdadera, y en el vencer, el camino se hace eterno.
Yo, que anduve alguna vez por campos y caminos de donde el miedo te desgarra el alma, sé que el miedo es solo un sueño fugaz.
Véncelo, caminante, con el corazón abierto, y verás que la vida es un verso sin fin.
No es más fuerte el que no tiene miedo sino el que tiene la capacidad de vencerlo.
Caminante no hay camino que no sé haga camino al andar...
Mael Lorens.
Agosto 2025