El árbol guarda silencios,
raíces que abrazan la tierra,
un corazón en su tronco
y un cielo en cada rama.
Sus hojas son melodías
que el viento siempre despierta,
sus frutos, dulces promesas
que florecen sin palabras.
Bajo su sombra se aprende
que la paciencia es fuerza,
que quien se eleva tranquilo
siempre alcanza la belleza.
El árbol me dice en secreto:
“sé raíz, sé calma, sé vida;
aunque el mundo se derrumbe,
sigue dando tu alegría.”
Y yo entiendo en su silencio
que ser árbol es ser eterno:
dar sin pedir recompensa,
y amar en todo momento.