Fuertes cargos de consciencia
moran entre mis talones
que se aferran a tablones
de atrofiada resilencia.
Es la edad, cual macetero;
brotan raíces mal hechas,
rabiosas llenas de brechas...
es desgaste placentero.
Y la rebeldía muda,
viene en helio y sin gangrena
revolviendo la maicena,
en sobredosis que suda.
Ahora quizá comprende.
Mi cólera con la noria,
que asciende en difusa gloria,
a mi rostro que se ofende.