Fabio de Cabrales

Autorretrato

Parióme adrede mi madre,
¡ojalá no me pariera!,
aunque estaba, cuando me hizo,
de gorja, Naturaleza.
—FRANCISCO DE QUEVEDO

Nací bajo el sol de enero,
haciendo heridas internas
a mi madre, de accidente
porque no encontré la puerta.

Los doctores no sabían
si llamarme hombre o bestia,
que por nacer derretido
en verano, padeciera.

Por acuario y por ser feo
nadar en el mar debiera,
de no ser porque lo impide
mi ridícula cojera.

Tengo dos ojos mïopes
por nacer con vista chueca,
y por más que a todos miro
ojalá nadie me viera.

Nunca llevé el corazón
en mi mano por vergüenza:
no me lo fuera a escupir
una dama lisonjera.

Mi soledad es mi cuna,
y en ella mi cuerpo sueña:
estoy cómodo en lo oscuro
cual murciélago que vuela.

Puesto que tengo la cara
una nariz que me truena,
unos ojos de distancia
y una boca hecha de tuerca,

no salgo durante el día:
solo ando en la noche tuerta,
y de noche no me asaltan,
pues de mi cara se aterran.

¿Hay pena que sea más pena
que llorar por la existencia?