Nací sin manual, sin prólogo ni trama,
me pusieron en el mundo con una risa en la cama,
me dijeron: “sé alguien”, pero no dieron el mapa,
y aquí estoy, navegando, con el alma medio en capas.
Le pregunté al sol si sabía qué hacía,
me respondió riendo: “¡yo solo caliento el día!”
La luna, más sabia, con mirada perdida,
me susurró: “todo es ciclo… hasta la herida.”
Me enamoré una vez de una idea imposible,
quise cambiar el mundo… ¡y perdí las llaves!
Fui bufón de mi esperanza, un loco previsible,
que soñó con utopías… y olvidó pagar las cuentas.
La vida me dio golpes con manos disfrazadas,
de oportunidades bellas… pero mal calibradas.
Lloré entre semáforos, reí en funerales,
y me hice filósofo… por falta de ideales.
Un día pregunté al espejo quién era,
me respondió: “el que busca en lo que no espera”.
¿Y qué es vivir? –le dije al viento–
“Una tragicomedia… sin argumento.”
A veces soy payaso con tristeza prestada,
otras, mártir del tiempo y su jugada pesada.
He bailado con la muerte y brindado con el miedo,
pero aún respiro… y eso ya es un credo.
Y si un día me encuentras, vagando en la idea,
con la barba revuelta y la mirada fea,
no me juzgues, amigo, no me tires la piedra…
¡que tal vez soy tú, con otra moneda!