Un padre se mantiene firme, tierno y sabio,
con un amor silencioso que nunca se desvanece ni muere.
Gobierna con hechos más elocuentes que las palabras,
y siembra las semillas que nuestras almas en crecimiento pueden alcanzar.
A través de pruebas y risas, viento y tormentas, él permanece;
da forma a nuestros días y mantiene cálido su centro.
Nos enseña el valor, la verdad y la gentil gracia,
Y nos ayuda a reclamar por fin el lugar que nos corresponde.
Sus manos son ásperas, pero cada caricia es amable;
Nunca nos alejamos mucho de su mente.
Cuando la esperanza se agota, nos levanta y luego nos deja ir,
El amor más fuerte que aprende a soltarnos así.
Su voz es tranquila; su presencia, segura y brillante,
Una estrella constante que nos guía por la noche.
Construye con paciencia, vela lentamente,
Un hogar donde los sueños echan raíces y aprenden a crecer.
Entre sus brazos, aprendemos las antiguas artes:
El honor, la misericordia, el coraje, los corazones abiertos.
Su legado es más que cualquier nombre.
El amor vivido plenamente se convierte en su verdadera fama.