Extienden la mano
con generosidad serena,
sin perder la esencia
de su libertad.
Ocupan el tiempo
a su manera.
Pasan menos tiempo
acompañados
y más en soledad.
Artífices de las semillas
de sus propios pensamientos,
emancipados tanto
de los entresijos de su propia mente
como de los de los demás.
Viven sus días
forjados con esmero,
cargados de propósito
y claridad.
Como hojas al viento
que se dejan llevar,
siguen el curso de su destino,
forjado día a día,
paso a paso,
sin dar pasos hacia atrás.
Para ello:
menos ruido...
más silencio,
más profundidad,
más claridad.
Los llamados emancipados,
escultores de sus propias vidas,
creadores de su propio tiempo...
Y por el arte de la emancipación,
artesanos de sus pensamientos:
¡Arquitectos de sus destinos!
Presos, sí...
pero de su propia libertad.