Nkonek Almanorri

EN AQUELLOS AÑOS NO HABÍA POEMAS...

 
 
 
 
 
Piedra, frío, oscuridad, gritos.
El penal del fin del mundo se mira
desde el espanto.
 
La puerta detrás de las puertas
esconden un circo de sombras.
 
¿Dónde estás?
¿Qué fue de ti cuando se quedó
la rueda del tiempo.
 
De María de la Hoz.
 
Hay hechos e historias que se repiten: de mi niñez guardo la mía.
 
 
Fueron siempre y eternamente los presentes vigilados, los perseguidos de extrañas sombras, amordazados de un tiempo del que buscaron escapar. Las noches eran sus refugios y también las trampas puestas al azar por aquellos otros que sin alma buscaban encontrarles y llevarles sin querer regalar tiempo para las despedidas. Eran hileras de a uno los que iban siendo llevados a la muerte segura, siempre allá arriba en el lugar llamado de La Cima, acompañados de silencios cómplices mientras desde detrás de las puertas y postigos entreabiertos eran mirados y despedidos por miradas ahogadas en silencio. Y así en silencio eran todas las despedidas.
 
Y, al tiempo después, quedaban las Siempre Muertas. Ellas, Madres Muertas en vida; mujeres luciérnagas de invierno, enlutadas y silenciadas como escondiendo de día su dolor y de noche sus vergüenzas y a la vez terror. ¿Con qué les cerraron sus bocas para tan triste silencio?. ¿Con qué les taparon los ojos para tanta oscuridad?, ellas, las Siempre Muertas.
 
En aquellos barrancos quedaron siempre sus sombras, sus sonrisas enterradas en tumbas y paredes de piedras secas; hoy aquellos sus pasos hacia La Cima quedaron bajo todos los asfaltos incluidos los de la vergüenza, los del miedo aún presente, los de todos los silencios. Hoy sus hijos son los hijos de las viejas heridas aún no cicatrizadas; hijos del olvido y del miedo. El tiempo no ha resucitado aún a sus muertos; en los oídos aún las campanadas de los cementerios, los disparos de gracias, los silencios todos y los pasos perdidos.
 
Hoy, sus nietos, no quieren esa Paz a la que aún temen; exigen el olvido como escudo contra el tiempo y las heridas. Desconfían pues no han olvidado que todas las muertes fueron anunciadas con silencios prolongados, con alejamientos y separaciones cobardes.
 
Ellos, los adelantados de Ellas, las Siempre Muertas y siempre vivas.