Resquicio
se filtra la luz de las sombras
al compás del sonido.
Las hojas brillan
sobre la superficie llamada materia,
esa que ocupa lo que somos;
incluso lo ígneo,
minucioso y descriptivo,
que asombra
hasta al ser más oscuro
y metafísico.
Es evanescente
el contraste de la lugubridad,
prisión cautiva de la acrimonia,
donde se forja lo onírico
y sinuoso,
que no deja espacio
a lo inmarcesible
y refrescante
del pensamiento que trasciende la carne.
-S.S