El pasado tarde o temprano
acabará por
alcanzarnos.
La vida es sencilla para el corazón:
late mientras puede.
En un buen poema, el poeta que lo escribió debe desaparecer para que el poeta-lector pueda llegar a existir. El “yo” es un total extraño, un chino antiguo, por ejemplo: nos habla desde el lugar más confidencial de dentro de nosotros mismos, y nos deleitamos con oírle. Por esta razón, yo no soy poeta.