Es estúpido
que te siga buscando
por las calles,
que analice con suma
atención cada lugar
que yo sé que visitas.
¿Dónde estás?
¿Con quién?
No te estoy persiguiendo,
ni mucho menos vigilando
pero necesito saber de vos,
al menos hoy.
Ya casi no te pienso,
pero como cuesta,
como me cuesta,
me cuestas.
Adivino me volví,
y hasta un poco
intuitivo (loco),
maldita obsesión
le ganó al amor que te tenía.
que pena,
que pena,
me cuestas,
que pena.