A veces los sueños son más crueles que la realidad.
Ahí sí me miras.
Ahí sí me hablas con ternura,
me rozas los dedos,
me eliges.
Ahí soy alguien para ti.
Pero amanece...
y todo se rompe.
Tu voz se apaga,
tu imagen se desvanece
como humo entre mis manos vacías.
Y yo vuelvo a ser el que no eres capaz de amar,
el que solo existe
en la mentira hermosa de la noche.
Vivo de fantasías,
sí, lo admito.
He hecho un altar con ilusiones,
una casa con recuerdos que nunca existieron.
Y cada noche me acuesto
esperando no despertar.
Porque en los sueños,
eres mía sin saberlo.
Y yo,
soy feliz sin merecerlo.
¿No es triste?
Amarte solo cuando duermo.
Y al abrir los ojos,
ver que ni siquiera sabías
que te esperé toda mi vi
da
en un lugar donde nunca viniste.