Este día preciado
que a vuestra vera vivo ya me tiene,
del desamor pasado da consuelo;
pues la excelencia vuestra así me suene,
con vuestro dulce acento perfumado
con un hermoso velo,
y al destaparlo, de amoroso canto
mi corazón se inunde
de tu hermoso, preciado y casto canto,
que a la desgracia en su condena ya hunde.
Concédeme tu mano,
libre de todo miedo, que es ofensa
de ambos, pues la virtud jamás en vano
se proclama en voz tensa.
¡Qué resplandor, que amanecer valioso
poder ser vuestro esposo!