Trastornado MC

Los gorriones del Mcdonald

A media tarde, al sol de la terraza,

se escucha el alboroto entre las mesas

de plumas que en las sobras de hamburguesas

han encontrado cómoda carnaza.

 

Rebuscan su botín entre envoltorios

que van dejando limpios tras sus colas.

En charcos de refresco hacen cabriolas

brindando por festines ilusorios.

 

Se lanzan sin pudor, ni paz, ni horario,

al nugget seco, al queso derretido,

y un grano de mostaza inadvertido

desata un picoteo extraordinario.

 

Su dieta no es del todo saludable;

no quieren ya semillas ni gusanos.

Cambiaron sus orígenes veganos

por hambre de filetes insaciable.

 

No se les ve ya el pico entre mofletes:

Pajarillos no; búfalos alados,

a la fritanga tan acostumbrados

que se les pringa el trino entre banquetes.

 

Hay quien les echa trozos de lechuga,

patatas barbacoa o pan crujiente,

y sin mirar si el pan está caliente,

lo agarran y se lanzan a la fuga.

 

A tal extremo llegan sus demandas,

que si te pasas dándoles alpiste,

cuidado, porque al mínimo despiste...

¡se llevan tu cheeseburguer en volandas!