pinguio

El umbral de mi corazón

Tengo las manos heladas mientras te sostengo las puertas de mi corazón,

de las cuales tú simplemente prefieres no entrar y morir de frío en la helada intemperie

del mundo, uno muy cruel, del cual estarías mejor si simplemente tomaras la iniciativa de entrar

por el umbral de esas puertas. 

Pero yo se que cuando decidas entrar ya será muy tarde.