**~EMYZAG~**

**~Cuento Corto - El Mono - Abyecto~**

Cuento Corto: El Mono 

Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez Sánchez

Seudónimo: EMYZAG




Había una vez un mono en el desierto. El mono al unísono canta su canción predilecta que dice así… -¨soy el mono el que canta al unísono cuando no perdono al mono¨-. El mono continúa su travesía por el desierto hasta que se encuentra con un camello y el mono le dice al camello que…

 

-¨Oye, yo soy un mono y tú, ¿quién eres…?¨-,

 

El camello siendo tan bello no le contesta. El mono sigue su travesía por el desierto. El mono sigue cantando más y más su canción preferida. El mono se encuentra con una serpiente y  le pregunta a la serpiente que…

 

-¨Oye, tú tan larga en extremidades, ¿quién eres que yo no te conozco…?¨-,

 

La serpiente sigue su camino sin morder al mono. El mono también sigue su ruta hasta que se percata que el camello y la serpiente lo siguen por su travesía en el desierto y cantando al unísono la canción del mono que dice así… -¨soy el mono el que canta al unísono cuando no perdono al mono¨-. El mono detiene sus pasos en el desierto cuando observa que el camello y la serpiente lo siguen y les dice que…

 

-¨No perdono al mono que me dejó solo aquí…¨-, 

 

El camello y la serpiente le responden que…

 

-¨Nosotros no te perdonamos tampoco…¨-,

 

El camello y la serpiente se tragan al mono y el mono continúa cantando la canción desde adentro de la serpiente y del camello que dice así… -¨soy el mono el que canta al unísono cuando no perdono al mono¨-.



Cuento Corto: Abyecto 

Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez Sánchez

Seudónimo: EMYZAG




Había un hombre llamado Alberto y éste era un abyecto de Dios. Alberto sólo quiso ser como un solo hombre humillado ante Dios. Alberto quiso ser enaltecido ante Dios y lo logró, pues, era un abyecto de Dios. Alberto le indaga a Dios que…

 

-¨Dios. ¿Cómo puedo ser un abyecto de Dios…?¨-,

 

Dios, entonces no le contestó…

 

Alberto, otra vez, le riposta a Dios que…

 

-¨Dios. ¿Cómo puedo ser un abyecto de Dios…?¨-,

 

Dios, no le contestó, aún…

 

Alberto, otra vez, con voz pesarosa le refuta a Dios que…

 

-¨Dios. ¿Cómo puedo ser un abyecto de Dios…?¨-,

 

Alberto cae rendido ante Dios llorando y llorando. Alberto pudo comprender algo que ser un abyecto de Dios era poder rendir y tener cabizbaja la cabeza ante todo un Dios que lo observa.



FIN