Desde el borde del abismo miro,
y veo torres que creen sostenerse;
las sombras caen y quieren defenderse,
mas no hay poder donde solo hay suspiro.
La doble moral camina segura,
se disfraza de justicia y decoro;
mas la verdad siempre encuentra el foro,
y descubre la vana arquitectura.
Aplauden los que siguen sin pensar,
rebaño que grita lo que le dictan;
la mentira es festín que los victiman,
y no saben que los van a tragar.
Quien presume virtud en lo vacuo,
solo encuentra el eco de su grito;
sus palabras son bruma y arrebato,
su trono es de papel, su honor ambiguo.
No hay disfraz que oculte la intención,
ni galas que cubran la vileza;
el tiempo descorre toda torpeza,
y enseña a ver con firme convicción.
A los que cayeron en falsa red,
mi voz es brújula que los despierta;
el mar que amenaza nunca los acierta,
aprenden la lección y se ve la sed.
Quien manipula la verdad ajena,
pronto verá cómo el barco se quiebra;
la luz del abismo todo lo celebra,
y muestra la farsa que a todos condena.
Así cierro esta cátedra del abismo,
con la fuerza que nace de la prudencia;
a los leales ofrezco guía y presencia,
y al impostor solo queda su cinismo.