Al parecer, nada era como creía;
años de mi vida amando a quien no me correspondía.
Hoy hasta dudo si alguna vez me amaste
como yo, ingenuo, creía.
Vivía solo para cumplir con tus expectativas,
perdiendo todo: mi confianza, mi energía.
Comprendí que, si quería ser yo,
para ti no serviría.
Destrocé mi autoestima,
fui servidor y no el que despertaba tus fantasías.
No te culpo…
todo fue culpa mía:
al entregarte mi corazón y mi razón,
sin ser lo que querías.
Quedó la desazón,
la impotencia y el dolor.
Y aun así…
te sigo queriendo,
porque fuiste mi gran amor.
Luis Prieto